Guido me vendió un cactus que venía con bono. Me dijo: si te animás a separarlo ahí tenés uno de regalo.
Lo separé.
Y andaba el cactus, creciendo muy lozano, hasta que en uno de esos arranques de madre sobreprotectora decidí que no tenía suficiente agua. ¿Qué pasó? Le dí la oportunidad a un hongo que se instaló y casi lo mata. CUIDADO CON LOS HONGOS.