¿Cómo empezó ésto?
Empezó con una orquídea que necesitaba transplante. Le hice una maceta. Me entusiasmé e hice otra, otra y otras más. Seguí haciendo macetas para plantas que había que dividir,
para otras que merecían un hogar mejor y para otras que habían crecido demasiado y necesitaban mudarse. Hice macetas con un barro que no podía esmaltar y otras con un barro demasiado rugoso para otros fines. La casa se me llenó de macetas y cuanto todo estuvo contenido y hermoso, me dediqué a hacerles macetas a las suculentas de afuera.
Alguien me pidió que le regalara una, otro que le regalara otra y para fin de año ya estaba con una pequeña pero importante producción y proponiéndome torcer un poco el concepto de ikebana para que abarcara jardines y arreglos en miniatura con plantas vivas.
Ikebanas perdurables, ramos de flores con flores vivas. O simplemente ramos sin flores que exploran las formas esculturales, las texturas y colores siempre cambiantes de las suculentas. Tuve una vez una colección de suculentas que me abrió los ojos a esta maravilla.
Las macetas son simples, apenas un soporte que pone en destaque las formas y colores de la naturaleza. Están concebidas como complemento, como el marco de un cuadro: el rol protagónico es de la planta.
Y como, aunque fanática de las suculentas, también me gustan otras plantas, hago también macetas colgantes para la cocina para las hierbas finas, macetas para mi colección de begonias, para tradescantias, y para cualquier otra planta que lo necesite.
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