Los aromas, que inauguraban las glicinas y continuaban los paraísos, alcanzaban su apogeo con los jazmines, ya en pleno diciembre y plenas vacaciones.
Pasé muchos años viviendo en otras ciudades, sin estar en Buenos Aires en verano, hasta que una vez me tocó venir a fin de año. Mi mamá me recibió con un ramo de jazmines en el aeropuerto.
Buenos Aires me recibió con olor a jazmines.